(Foto cortesía Nelson Castro)
El sábado pasado nos volvimos a encontrar en la calle de servicio de la Av Río de Janeiro, poco después de la avenida Araure, para celebrar una "bicicaravana en contra de las concreteras", iniciativa de protesta pacífica, creativa y deportiva, que define muy bien el carácter de las actividades que seguirán teniendo lugar en esta cruzada por la calidad de vida que iniciamos, hace ya unos meses, los vecinos de Chuao: ecológicas, que unan a gente con intereses diferentes e innovadoras. Todo lo que permita que esta lucha de David contra Goliat, como la definimos en sus comienzos, no decaiga ni pierda fuerza.
Y es que es difícil sostener en el tiempo el interés por esta batalla, cuando no hay organismos que respondan a las demandas de los vecinos, y el único diálogo posible sea con unas máquinas que vomitan cemento.
El sábado pudimos cargar energías con estos vecinos en bicicleta. Algunos, como Verónica, manifestaron su temor por no tener el hábito de usar bicicletas en Caracas. Pero enseguida otros, más expertos, tranquilizaron al resto con algunas indicaciones para sobrevivir al tráfico.
Confieso que aunque pude usar la bicicleta de mi hijo (tiene un caucho dañado, pero no es mal que no pueda arreglarse para la ocasión), me costó tomar la decisión de participar, y preferí quedarme a ser parte de la barra. Pero ya la idea de andar en bici comenzó a rodar (¿en bicicleta?) en mi cabeza.
El grupo quedó con el gustico y seguro muy pronto se repetirá esta actividad. Espero que para entonces tenga la valentía y el ánimo para agarrarla y lanzarme a las calles.
La verdad es que si me subí a la azotea de mi edificio a colgar una pancarta, no debería tener miedo a andar en dos ruedas por el asfalto.
Fotos Ana Cecilia Pereira
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